martes, 12 de mayo de 2015

Sus Poesías



El resto de su obra está formada por su poesía. Ésta destaca por la gran profundidad de su reflexión filosófica, que suele hundirse en los misterios de lo eterno y lo trascedente, expresada a través de una sucesión de imágenes y metáforas (entre las que destaca siempre la rosa), de un carácter hermético y con claves simbólicas. Mezcló en sus poemas un uso novedoso del lenguaje con el cultivo de las formas poéticas tradicionales como el soneto. El tema de la realidad y la identidad es también común en su poesía.
Con su obra poética pretendía lograr una creación total (la poesía absoluta) y afirmar el poder divino y omnipotente del poeta creando realidades.
Una de sus creaciones se dio, cuando Celia Peschero –colaboradora de Borges– escribió a Martín Adán la carta que sigue: Martín Adán: ¿El motivo de esta carta? Además del simplemente afectuoso, que es el más importante, este otro: pedirle a usted datos sobre su propia vida, si es posible, contados con toda la sal que usted sabe poner en cuanto dice y escribe, porque he ofrecido un artículo sobre usted en La Nación... yo recién comienzo a publicar allí y quiero escribir un artículo humano, en el que se sienta su sangre y su piel... Sé que todo este asunto puede resultarle muy fastidioso. Pero en nombre de la simpatía que nos unió en cuanto nos conocimos, en nombre del cariño que yo le tengo, en nombre de mi profunda admiración por usted, por favor acceda a mis ruegos. Deje usted de lado toda su bohemia o vuélquela íntegra en lo que me escriba y... hábleme de usted. ¿Lo hará? A lo cual Martin Adan respondió con un gran poema que tituló "Escrito a Ciegas"


LA MANO DESASIDA


Sin duda, la dirección poética de Martín Adán en “La mano desasida” difería sustancialmente de la adoptada por Neruda: desde una visión narcisista, el peruano no se propuso convocar al hombre desvalido para redimirle, sino convocarse a sí mismo, con sus dudas y sus certezas, a través de la invocación a la piedra:«¿Qué palabra simple y precisa inventaré para hablarte Mi Piedra?», se pregunta. Con esta invocación, Machu Picchu se convierte en símbolo principal del soliloquio del poeta, y en el gran escenario desde donde Adán proyecta una espiral de preguntas y contradicciones sobre la muerte, la Creación, Dios, o el propio yo identificado con las ruinas.
Se recuerda que Martín Adán parte de un vanguardismo tardío a finales de los años veinte, a través del cual trata de poetizar las sensaciones de extrañamiento que le produce la transformación vertiginosa de la ciudad de Lima; un vanguardismo efímero que no va más allá de los primeros poemas y de “La casa de cartón”, donde la crítica social penetra a través de la ironía y la nostalgia. Sin embargo, a partir de los años treinta, la poesía de Adán cierra la ventana al mundo exterior y clausura lo social para forjar un hermetismo que penetra hacia dentro, conduciendo su creación hacia esa trascendencia existencial en la que La mano desasida es sin duda el poema cardinal.

Para culminar, se puede mencionar que con este poema cierra su creación, un gran poeta de cual su poesía no ha logrado traspasar muchas fronteras. Tal vez, como dicen algunos de sus biógrafos, por las entradas y salidas a los Centros de Salud, tal vez por su afición al alcohol o al cigarrillo, la verdad es que este escritor pudo ofrecer más de lo que nos legó. Lo que dio basta.
ESQUIZOFRENIA_MARTIN-ADAN


DIARIO DE UN POETA

Y está como está Amor, por el último beso.
Somos de carne y hueso, sin fin y sin teoría
Que enseñe a ningún tacto a ser una alegría
Y está como está Amor, con su cuerpo y su peso.

Amor es el que está… el beodo en su exceso
O el mendigo, que está con la mano nadía,
O el que hiede a colonia con la mirada mía
O el que estuvo y no está como yo me estoy preso.

El instante es eterno. Uno no es otro: es uno.
Yo no soy mi vecino, yo no soy mi ninguno.
De arrabio personal, de acero latente.

Acero del vivir el día todavía…
La tierna sinrazón en la que yo me acuno:
¡Temo el hacer que impone la lenta poesía!









Diario de Poeta (1975)
Diario de un poeta




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